5 feb 2007

La reacción del Gobierno



Ridiculizado por los etarras el domingo, cuando se entregaron a la policía autónoma 19 de sus cachorros, el presidente del Gobierno tiene un motivo más para pensar en el acontecimiento político del sábado. Él intuye que eso no fue una movida sindical, ni menos una campaña de titiriteros tiesos, para apoyar a un partido político. Zapatero no es un político bobalicón. Tiene entendederas suficientes para saber que la nación, España, incluido en ella muchos de sus votantes, estuvo presente el sábado en la manifestación de Madrid. El resto es mentira. Poco importa que los medios de comunicación guardaran silencio y oscuridad. Poco importa que el Gobierno llore por ser despreciado. Poco importa la basura que suelten los pobrecillos escritorzuelos y periodistas al servicio del Gobierno. Ni siquiera interesa ya discutir las cifras de participantes en la manifestación.
Tampoco podemos comparar lo incomparable: el acto convocado el pasado mes por UGT y el Gobierno es una cosa menor, tradicional y reaccionaria, propia de las campañas de agitación y propaganda de los partidos leninistas clásicos, al lado del grandioso acontecimiento político a favor de España, de la nación democrática, que a todos nos garantiza la posibilidad de ser libres e iguales ante la ley. Ante este grandioso acto democrático sólo un imbécil se quedaría pasmado sin decir y hacer nada, esperando a ser sacado casi a empellones electorales de La Moncloa. No, no creo que el Gobierno sea capaz de guardar silencio sobre los cientos de interpretaciones que tiene el feliz acontecimiento del sábado. Todas ellas deberían ser evaluadas por el Gobierno. Y, sin duda alguna, frente a quienes creen que no hará caso, yo mantengo lo contrario. De hecho el Gobierno a través de Moraleda y López Garrido ha hecho ya valoraciones. ¿Ridículas? No tanto como algunos creen. El castigo del himno nacional lo ha acusado. Ya lo creo. Creían que era de su propiedad. Pobres.
Zapatero es un político con caracteres perversos, entre otras razones, porque no sabe qué es la nación española, pero eso no significa que sea estúpido. Sabe que la manifestación del sábado lo pone a los pies de los caballos: o Nación o ETA, o se acerca al PP y al resto de fuerzas políticas que defienden la nación española o a tragar con ETA y los nacionalistas. Intentará, como siempre, ganar tiempo. Moverá sus terminales mediáticas y retrasará los plazos de la negociación con ETA. Pero, nadie lo dude, la manifestación del sábado le hará pensar. Ya lo creo. Primera prueba: les ha molestado, insisto, que el acto fuera cerrado con la interpretación del himno nacional. ¡Curioso! No tanto. El himno ya no es suyo sino de todos.
Pero, aparte del himno y la bandera, han perdido otras dos fuentes de legitimidad que ya nunca rescatarán: el pasado y el porvenir, la historia y el futuro de España. Durante casi tres años, el Gobierno ha tenido secuestrados esas fuentes. Por fortuna, esas propiedades ya sólo tienen un único propietario: las víctimas del terrorismo, los españoles caídos por España. Perdió, sí, el pasado, el día 30 de Diciembre en Barajas, cuando ETA volvió a matar a dos inocentes. Y el día 13 de enero perdió el futuro, cuando gritaron por la paz con los terroristas. Sí, sí, el futuro del Gobierno depende de la magnanimidad de ETA. Terrible. Todas estas enseñanzas están expuestas con claridad en la manifestación del 3 de febrero.


Fuente: Agapito Maestre, Libertad Digital.

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