El Sr. José Blanco, con el que mi familia sólo comparte apellido, ha tenido la desvergüenza de criticar malévolamente el gesto cariñoso, ni el primero ni el último, que nuestro admirado amigo Jaime Mayor tuvo con mi padre, abrazándole afectuosamente, durante el desarrollo de la manifestación organizada por el Foro de Ermua el pasado 3 de febrero y espetar con esta excusa una serie de acusaciones insidiosas y torticeras sobre la política antiterrorista del anterior gobierno. Sr. Blanco: sepa que mi padre y toda la familia nos abrazamos sinceramente a los políticos que siempre hemos sentido cerca de manera física y política. Destacar con tanta ruindad humana un gesto íntimo de dos personas que, entre otras cientos de miles, nos encontrábamos solicitando unidad, firmeza democrática y no claudicación, no demuestra sino su nerviosismo político por una situación que cada vez con más fuerza se les escapa de las manos por engañosa, ineficaz y alocada. En 1997, ante el secuestro de mi hermano, el Gobierno de la nación no cedió, ni tuvo la más mínima duda sobre la no claudicación ante el chantaje de ETA. Mi familia, la sociedad, las instituciones, la oposición, por cierto, ustedes, se mantuvieron firmes y resistimos, con inmenso dolor, a la imposición y a la barbarie de ETA. El problema, el verdadero problema, es que ustedes todavía hoy no han explicado ni a la sociedad ni a las víctimas qué les ha hecho traicionar el Espíritu de Ermua, que el asesinato de mi hermano y el de tantos otros ayudó a consolidar. Sr. Blanco, su comentario, estúpido por inhumano, no nos impide ver su táctica de despiste y dispersión ideológica en la que desgraciadamente el Partido Socialista está basando su acción de gobierno.
Mari Mar Blanco / Víctima de ETA
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