31 ene 2007

Infalibilidad zapaterina








Uno creía que el Partido Comunista de las Tierras Vascas era legal y estaba en el Parlamento, que un etarra ligado a la extorsión había logrado huir de la policía gracias a un policía, que Batasuna había celebrado congresos a plena luz del día y ruedas de prensa sin cuento, que por otro chivatazo (¿cómo si no?) había sido imposible cumplir una resolución judicial y detener a 19 cachorros de la ETA (19 de 23), que el PSOE había impulsado y firmado el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo para incumplirlo luego (y antes) punto por punto mientras refutaba con fervor la filosofía del documento, que el presidente había alabado la actitud pacifista de De Juana y Otegi, que Patxi López había reconocido “razones” a la ETA, que el Gobierno estaba negociando mientras lo negaba y decía dedicarse a “verificar”, que se había acosado y pasado por encima de la AVT en la materia que la atañe, en la que es su núcleo de sentido. Pero se ve que no, que los socialistas no han pagado ningún precio político. Uno pensaba también que la ETA había volado el parking de la T4 matando a dos personas horas después de que Rodríguez hiciera un análisis de situación y unas previsiones rayanos en el entusiasmo.
Uno debía estar confundido. Sostienen los socialistas al unísono (tras armonizar algunas voces inicialmente disonantes) que ellos no han cometido error alguno. Negociaban con sujetos cuya identidad desconocían pero no cometían ningún error. Daban por hecho a finales de diciembre el mantenimiento de la tregua pero no cometieron ningún error. Han permitido con su no-estrategia que la ETA recupere fuerzas, moral y apoyos públicos, se rearme con toneladas de explosivos y centenares de armas cortas, se dote de recursos financieros mediante educadísimas extorsiones, pero el Gobierno no ha cometido ningún error.
Tan modestos, tan humildes, tan buenos son que, sin haber errado, habiéndolo hecho todo bien, han decidido no hablar de la ETA durante la precampaña y la campaña electorales. O sea, que si vuelve a haber atentados mortales, silbarán y mirarán al cielo. Están perfectamente capacitados para hacerlo. Capacitados moral e intelectualmente, por así decirlo. De otro modo, no habría sido posible que el único resultado tangible del reciente doble asesinato sea el empecinamiento en su no-estrategia y la normalización (la paulatina aceptación pública) de lo que antes del bombazo se negaba: la propia negociación. Con muertos.
Libertad Digital:
Juan Carlos Girauta

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