7 feb 2007

Ya es tarde


La recusación de Pérez Tremps es muy poco, casi nada, para reconstruir la decencia democrática del Tribunal Constitucional más ideologizado de Europa. Cientos de casos existen donde los magistrados deberían haberse inhibido para dictar sentencia, pero no lo hicieron por intereses personales y políticos. Pero puestos a recusar en serio, no entiendo por qué no se ha recusado también a la presidenta del Tribunal y a la magistrada socialistaElisa Pérez Vera, pues que las dos se han mostrado partidarias de que los Estatutos de Autonomía podrían llegar a estar por encima y al margen de la Constitución... Seamos prudentes con esta recusación, porque sospecho que quizá haya llegado demasiado tarde. Soy tan pesimista con este asunto como con la euforia desatada por el himno nacional.

Sí, sí, oímos el himno nacional y nos sentimos felices, pero que nadie se engañe respecto al País Vasco y Cataluña. Ya es tarde, muy tarde, para reconquistar con un himno y una bandera lo que se ha perdido con estulticia y salvajismo. Se necesita algo más que políticos de cartón piedra entregados a la basura nacionalista y a lo políticamente correcto. No me refiero sólo a Núñez Feijoo. Éste es sólo otro, uno más, que añadir a la lista de políticos del PP infectados por las miserias nacionalistas. Gentes sin talento y, sobre todo, sin coraje civil para comprender la manifestación del 3 de febrero de 2007. Un milagro. Sí, sí, el acontecimiento del sábado fue un milagro, pues que nadie debería olvidar que los organizadores, e incluso el PP, estuvo a punto de asistir a la organizada por el Gobierno el 13 de enero. Por fortuna, fracasó la celada tendida por el Gobierno Zapatero al Foro de Ermua y al PP. La presencia de los titiriteros y algún otro personaje menor en la tribuna hicieron que unos y otros decidieran no asistir al aquelarre "pacifista".

Recuerdo estos datos para que nadie se haga ilusiones sobre el triunfo de España en Cataluña y el País Vasco. No cerremos los ojos a la derrota. Estudiémosla. Repasémosla para coger fuerzas. Hablen, pues, con gentes serias de Cataluña y Vascongadas, y pronto observarán que el escepticismo reina en sus inteligencias. La derrota política de la democracia y la nación española es narrada con precisión por estos ciudadanos, por estos españoles desgarrados, que son obligados políticamente a ser sólo catalanes y vascos. Viven como sifueran españoles, pero no lo son... Es una ficción trágica, que la pobre literatura española contemporánea es incapaz de contar. Por supuesto, podemos reunir a dos o tres mil personas en la plaza de San Jaime, de Barcelona, para creernos que Cataluña aún es España, pero es una manera de engañarnos, de ocultarnos, lo evidente. Cataluña está perdida. Podemos también juntarnos dos o tres mil en Bilbao y creernos que estamos en España. Falso. El País Vasco también está perdido.

¿Conseguirá liberarlos el PP? Lo dudo. Ahí tienen el ejemplo de Núñez Feijoo y sus amigos, que más parecen acomplejados nacionalistas que hombres dispuestos a sentirse orgullosos de sus votantes. De todos modos, no desesperemos, es lo único que nos queda, porque el PSOE está entregado con sus pocas armas y bagajes al terrorismo de ETA. El espectáculo montado por Otegi y sus muchachos tuvo que ser terrible para quien alguna vez creyera que el PSOE defendía a España. Los terroristas se entregaron a la policía a plena luz del día y arropados por todos los suyos. Querían dar una lección de "civismo" a los vascos. Lo consiguieron. Ellos, los "libertadores", se entregaban pacíficamente para entrar en la cárcel. Saben que saldrán pronto, muy pronto, porque Zapatero los necesita para firmar el Pacto final. Ya está todo tratado. Sólo faltan las rúbricas para que todos podamos leer el pacto que pone fin a la Nación española, por supuesto, también al Estado, en el País Vasco.

Así están las cosas, pero muchos siguen creyendo que la recusación de un magistrado y el himno nacional son suficientes para sentirnos confortados por la pérdida de España. La recusación, el himno, la bandera y la historia son importantes consuelos, pero sin políticos con coraje e inteligencia jamás España conseguirá rehacerse. Estamos abocados a la repetición de la historia: el pueblo tendrá que salir a la calle para sacar del poder a los felones que han entregado España a los terroristas y nacionalistas. Sí, tal y como están las cosas, sólo millones de españoles manifestándose en la calle una y otra vez, incluso hasta llegar a las puertas de Moncloa, conseguirán algún día liberarnos de esta casta de inútiles políticos. Por desgracias, tendremos que recordar, una vez más, las palabras del liberalismo español: o lo hace el pueblo o no lo hace nadie.

Agapito Maestre

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